Revelaciones


Jesús Sánchez Moreno


Quizás no sabes lo que buscas,

–a veces ni yo mismo me encuentro–,

pero hay tanto que caminar afuera de la sombra,

que tocar con las otras manos,

más agudas,

casi minúsculas

donde cabe el universo.

Y es que la vida es tan diminuta

que el reloj se nos corre de las muñecas;

y hombres y mujeres se quedan sin hora

sin poder llegar puntual a los Siempre

para siempre,

donde los espera las raíces de una luz aún más prospera.



Siempre existe un reino de los nunca,

pero prefiero el abismo de las posibilidades;

la puerta siempre abierta a la infancia o las semillas.

Porque hay un territorio transparente

donde habitan libres las criaturas,

las piedras son más piedras,

los capullos al abrirse comprenden la sabiduría de su origen,

los pájaros vuelan sin alas

y los pies corren en otra arena más allá de los sentidos.

Aún no sé

lo que encuentro en las esquinas de las preguntas,

cuánto trote para alcanzar mi luz,

o si me falta

o me sobra el mundo,

pero no hay recipiente que me contenga

o mapa que me trace.

No sé si a veces

yo entro en mí mismo.

Soy mi propio sostén,

me tomo del cabello y me despierto,

me monto en mi pantalón y mis zapatos…



A la boca hay que llamarla diferente

cuando las palabras son más que palabras.


Debe haber algo más

que no distinga el tacto o la vista.

Debe ser el mundo

a veces

como jugar un laberinto,

territorio de escondrijos y respuestas:

¿No? ¿Sí?

Todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe

por qué llega el amor, la adultez o el odio

y nunca llueve.



Se debe llorar en reversa,

quizás lo has sentido.


Sí te encuentro

y aún te sostienes en tus talones,

te invito a caminar:

es lo único que aprendieron mis pasos

en toda esta travesía.



Ilustración: Miradas de acuarela